Por Ana Paula Carbonell
En la escuela nacional de ballet en Santo Domingo, República Dominicana, solo hay tres niños matriculados. Víctor, Ángel y Raymundo deciden seguir su sueño de ser bailarines profesionales en un país que sigue siendo machista y prejuicioso, además de estar afectado por pobreza y falta de oportunidades: un país donde hay roles de género bien establecidos que son difíciles de dejar a un lado.
En El Vals de Santo Domingo, documental de Tatiana Fernández Geara, te vuelves espectador de la vida de los tres protagonistas. Es inmersivo, porque, más que mostrarte entrevistas que te cuenten cómo se sienten los niños, las presentan a través de sus acciones diarias. Los ves ir a ensayos, jugar en la calle, molestarse entre sí.
Captura muy bien la esencia de Víctor, Ángel, y Raymundo. Los muestra como son: niños que aman la danza, que tienen cierta dificultad para expresar lo complicado que es ser bailarín, a quienes les duele que les digan que deberían buscar una actividad más masculina. Muestra la personalidad de cada uno y sus propios obstáculos desde una perspectiva muy cercana.

Las escenas están grabadas de forma que hace parecer que los niños no supieran que hay una cámara ahí. También retratan la cultura de las escuelas de ballet, los maestros estrictos, la competencia entre compañeros, sin olvidar la comunidad y compañerismo que se crea entre estás personas que pasan tantas horas juntas.
La directora mencionó que para ella sería muy importante que este documental se pueda mostrar en las escuelas. “Para los niños es algo valioso poder verse en la pantalla, y que los demás también conozcan que no tiene nada de malo que haya personas distintas a ellos”.
El mensaje principal de la película es que, a pesar de los obstáculos, si algo te apasiona no deberías dejarlo. La discriminación, los prejuicios culturales y sociales afectan a todos pero se combaten cada día de poco en poco.