Regina, de 15 años, recuerda que en secundaria su profesora le llamaba “pajarito” al pene mientras explicaba el uso del condón masculino, único anticonceptivo del que se habló en el aula. También recuerda el llamado rotundo a la abstinencia que les hizo la docente: “no tengan relaciones sexuales porque luego ahí andan abortando y eso no está bien, no es de dios…”, comentario que incomodó a la adolescente, pues estaba en una escuela laica y pública. Platicando con ella, nos contó cómo de chica solía masturbarse y sentir placer sin entender bien lo que hacía, una duda que la escuela nunca le resolvió.
“No sabemos ni siquiera por dónde orinamos y por dónde menstruamos”, dice luego de compartir que una compañera preguntó sobre cómo orinar al usar la copa menstrual. Entre las consecuencias que nota a partir de las carencias de Educación Sexual (ES) en su escuela, menciona la violencia de género y la falta de herramientas para nombrarla:
“Yo veo que mis amigas se toman pastillas del día siguiente cada mes o que sus novios las penetran sin su consentimiento. Por falta de educación yo no sabía que había sido abusada. Hasta hace dos años me di cuenta, cuando empecé a informarme más y leer del tema”.
Este nombrar es relevante más si se toma en cuenta que en el estado, de acuerdo a la organización CLADEM Jalisco, los delitos que atentan contra la libertad y la seguridad: “crecieron exponencialmente en el último año”, pasando de 3 mil 164 denuncias en 2020 a 3 mil 659, tan sólo de enero a octubre del 2021. Sin embargo, existe una “gran cifra negra” en estos delitos, ya que las víctimas y sobrevivientes no suelen denunciar “por miedo, por falta de identificación, por falta de atención y por el alto grado de impunidad”.
Además, Regina considera que la educación sexual que recibe en la escuela no ha sido integral, pues excluye a personas de la comunidad LGBTTTIQ: “siempre fue educación sexual para personas heterosexuales”.
Según el Sistema Nacional de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, la Educación Sexual Integral (ESI) es un proceso educativo basado en los derechos humanos y con perspectiva de género que integra aspectos cognitivos, psicológicos, físicos y sociales de la sexualidad en la que se proporciona información científicamente adecuada al desarrollo evolutivo y cognoscitivo de cada persona.
Las infancias y adolescencias tienen derecho a la información actualizada, veraz, completa, científica y laica sobre sexualidad para tomar decisiones libres sobre su vida. Los temas relativos a la sexualidad deben incluir todos los componentes de ésta: el género, el erotismo, los vínculos afectivos, la reproducción, el placer y la diversidad. Además, esta información deberá estar libre de prejuicios, mitos o culpa, deberá ser laica y estar basada en evidencia científica.
El derecho humano al que se hace referencia está planteado en la Cartilla de los Derechos Sexuales de las y los Adolescentes y Jóvenes, documento que deviene de la ONU. Ahí se señala que la ESI debe formar parte de la educación básica obligatoria de la población.
En este documento también se estipula que es el Estado quien debe garantizar el acceso a la información de manera continua y con pertinencia intercultural a través de los sectores e instituciones competentes, especialmente, en los servicios de salud y educativos. Tal información debe impartirse de acuerdo con las necesidades particulares y atendiendo a la evolución de las facultades les niñes y jóvenes.
No obstante, el adultocentrismo es una perspectiva que violenta la capacidad de decisión y autonomía de niñes o jóvenes, pues se valoran más las opiniones adultas, lo que implica una desvalorización del sentir y pensar de las y los menores de edad.
Esto da pie a campañas antiderechos como el PIN parental, que propone que los padres de familia puedan aprobar si sus hijes reciben, o no, información sobre temas que elles consideran controversiales, como la educación sexual.
Al juzgar la Educación Sexual (ES) desde este enfoque antiderechos, se generan consecuencias negativas como sentimientos de culpa y discursos estigmatizantes. Por otra parte, se les priva a les niñes y jóvenes de las herramientas necesarias para el libre desarrollo de su personalidad, el ejercicio del autocuidado, el placer y las relaciones sanas.
Ante las carencias del sistema, las infancias y juventudes forman colectivas de resistencia contra el adultocentrismo y otras violencias. Mientras tanto, madres, padres y familiares acompañan a sus hijes y se organizan con sus comunidades para generar ambientes más sanos y seguros para elles.
Esto también se replica dentro de las escuelas donde docentes y personal educativo parten de sus propios recursos para adaptar los contenidos y perspectivas diversas e integrales.
Cristina, de 15 años, dice que en su preparatoria introdujeron el tema de placer sexual y excitación, pero que su maestra canceló la clase del día y el tema no se retomó después.
Ahora el Internet y las amistades mayores son su principal fuente de información sobre ES. Coincide en que la educación que ha recibido sobre sexualidad no es integral, pues excluye y vulnera a algunes de sus compañeres, “una maestra dijo que uno provocaba que le faltaran al respeto. Que si una persona homosexual salía muy extravagante estaba provocando que le gritaran cosas”, agrega.
Los testimonios de Regina o Cristina son sólo algunos ejemplos concretos de cómo la falta de ESI se ha hecho presente en distintas aulas y niveles escolares. Es por eso que muches adolescentes deciden unirse a colectivas donde pueden obtener la información que se les niega en los salones o en casa.
Regina se unió a los círculos de diálogo organizados por morras (como ellas se nombran) de Tonalá. Estos espacios son punto de reunión y apoyo donde niñas y adolescentes comparten sus experiencias en torno a la sexualidad y temas de género.
Recuerda que nunca fue fácil tener actividades con la colectiva, pues los directivos obstaculizaban los encuentros al no dejarlas salir a reunirse a pesar de haber terminado sus deberes. En cambio, Regina identifica que el acompañamiento de Lourdes Limón, psicoanalista y psicóloga escolar experta en pedagogías feministas, en la colectiva fue “muy importante en su camino hacia el conocimiento sexual”.
[…] I. La educación sexual en Jalisco: recae en voluntades personales […]