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Tatuando los derechos humanos una letra a la vez

Cobertura a cargo de: Ana Paula Carbonell, Diego Aguirre, Brince Tapia, Yoseline Delgadillo, Sara Ezzy, Diana Alonso, Daniela Barba

De jóvenes que le escondieron a sus mamás que se fueron a tatuar por primera vez, a personas con los brazos llenos de símbolos y dibujos, el evento de Human Rights Tattoo se llenó de personas por una misma causa: concientizar sobre los derechos humanos. 

A partir de las 2:30 estuvieron en Jardín Americana tatuadores voluntarios, organizadores, prensa y los pocos cientos escogidos para tatuarse en este segundo evento de Human Rights Tattoo en Guadalajara. La primera edición sucedió en 2016 y puedes leer más sobre el evento y su fundador aquí. De forma resumida, el evento busca recordar la importancia de los derechos humanos a través del arte del tatuaje, marcando en cada persona una letra de la Constitución Internacional de Derechos Humanos, que son alrededor de 6,000 caracteres. Llevan alrededor de 3,000. 

Sander Van Bussen, su director y fundador desde el 2012, va personalmente a todos los eventos que suceden alrededor del mundo, por lo que estuvo aquí en Guadalajara tomando fotos de las personas que se tatuaron, videos de las personas que estaban en el evento y apoyando a las organizaciones no gubernamentales que fueron invitadas. 

Los tatuajes se volvieron una excusa para hablar de temas tan serios como lo son la trata de personas, las desapariciones forzadas, la vulneración de los derechos de la comunidad trans, el derecho a una vivienda digna, la lucha de la comunidad Wixárika por proteger su tierra y los derechos reproductivos de la mujer. 

Cada letra tatuada funciona como recordatorio de la lucha constante de los derechos humanos: del avance que hemos tenido en estos temas y de las cosas que nos faltan hacer para ayudar a aquellos cuyos derechos siguen siendo vulnerados al día de hoy.

Hubo participantes muy apegados a la causa, como los fundadores de organizaciones no gubernamentales, hay otros que estudian carreras como relaciones internacionales y les apasiona los temas de salud, de migración, de protección, de educación. Hay otros que simplemente quisieran un recordatorio de la importancia de tener en cuenta los derechos humanos en su vida profesional y en todo lo que hacen.

Este tipo de eventos buscan abordar problemáticas sociales complicadas a través de un proyecto novedoso e interesante que une la corporalidad con el arte. Un recordatorio más allá de una firma o una petición que podrías hacer por escrito. Es algo que llevas en la piel para toda tu vida, recordatorio de la importancia de la lucha por los derechos humanos.

Por: Ana Paula Carbonell

Ahora es parte de nosotros

Luis Ernesto

Luis Ernesto

Por: Diego Aguirre y Yoseline Delgadillo

Luis Ernesto es un estudiante universitario de 23 años que conoció a Human Rights Tattoo por medio de sus amigos. Quedó convencido de que estos eventos pueden causar impactos mayúsculos en la sociedad.

 

“Es parte de lo que voy a ser de aquí en adelante, este movimiento estará por siempre en mí”. Luis Ernesto

Mayra Hernández

Mayra Hernández

Por: Diego Aguirre y Yoseline Delgadillo

Mayra Hernández es directora de la organización Backhome, la cual sustenta la prevención y acompañamiento de personas en procesos de denuncia en casos de trata de personas y desaparición. “Esto significa comentar con los demás de que va el movimiento y su importancia”.

“Es fundamental que todos conozcan los derechos humanos”.-Mayra Hérnandez

Mariana

Mariana

Por: Daniela Barba

A sus 22 años, los amigos de Mariana le mandaron el link de “HRT” por si le latía tatuarse en favor de los derechos humanos. Ella jamás había escuchado del evento, pero ya conocía el mundo de los tatuajes, puesto que tenía algunos. A Mariana le motivó el poder formar parte de algo mayor que ella y que pudiera marcar alguna diferencia.

Eligió una tipografía como de máquina de escribir y le tatuaron la letra E, que representa el artículo 23 apartado 4:

 

“Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses.”

Juan Manuel

Juan Manuel

Por: Diego Aguirre y Yoseline Delgadillo

Juan Manuel es un estudiante del ITESO de 22 años. Conoció el evento por medio de sus amigos. Este fue su primer acercamiento con el activismo. Para él fue muy importante porque materializó una experiencia gigante.

 

“Para mí significa ser parte de un colectivo, pero todavía más importante pertenecer a la humanidad”. -Juan Manuel

Ana Paula

Ana Paula

Por: Diego Aguirre y Yoseline Delgadillo

Ana Paula, estudiante y tatuadora en OFF studios.

 

“Me di cuenta de que el activismo es algo que me mueve y por eso estoy aquí”. -Ana Paula

Andrea Huerta

Andrea Huerta

Por: Daniela Barba

Andrea Huerta estudia publicidad en el ITESO. Ella decidió tatuarse porque le gustó el movimiento. Cree que es una forma de activismo pacifista que nos debería de interesar a todos.

Le toco la letra O de artículo 23 apartado 4:

“Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses.”

Efraín Jiménez

Efraín Jiménez

Por: Diego Aguirre y Yoseline Delgadillo

Efrain Jimenez Romo, un profesor del ITESO de 43 años. Tuvo la intención de participar en el evento en 2016, sin embargo, no pudo registrarse. Afortunadamente este año logró ser parte de este movimiento. “Renunciar a la letra entendiendo que no es un proyecto personal, sino un proyecto comunitario, así es como pasa a un segundo término la letra que te toque”.

 

“Un recordatorio de que somos una pequeña parte en la lucha por los derechos humanos”. -Efraín Jiménez

Aranza Jiménez

Aranza Jiménez

Por: Diego Aguirre y Yoseline Delgadillo

Aranza Jiménez tiene 22 años. Compartió que “no estoy muy a favor de los derechos universales, pero decidí venir porque el evento me pareció interesante”.

“Me tatué una F, toda la vida va a significar fuerza”. -Aranza Jiménez 

Osvaldo Reza

Osvaldo Reza

Por: Daniela Barba

Osvaldo Reza de 21 años, estudia Ciencias Políticas en el ITESO. Siempre había querido tatuarse pero nunca había encontrado alguna buena justificación para hacerlo. Así que el día que se enteró del proyecto de Human Rights Tatto decidió que era la oportunidad perfecta y era algo que lo inspiraba. Fue su primer tatuaje y mientras le tatuaban el tobillo me platicaba. Prefería distraerse de la aguja que a su parecer se sentía como cuando te hacen acupuntura.

Eligió una tipografía como de máquina de escribir y le tocó la letra E. Su tatuaje representa el artículo 23 apartado 4:

 

“Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses.”

Grecia López Navarro es una estudiante de Gestión Cultural y trabaja en el Centro Universitario por la Dignidad y la Justicia en Jalisco. A lo largo de su vida ella se ha encontrado con realidades diferentes a la suya, que la han hecho motivarse a trabajar en proyectos de transformación social. Hoy, Grecia se tatuó por primera vez la letra “O” como representación de lo que ha ido formando en su persona y profesión, también para que cada vez que vea su muñeca, pueda recordarse a dónde quiere llegar.
En Jalisco no hay seguridad. El estado lleva años normalizando la violencia y se ha convertido en el número uno en desapariciones a nivel nacional. Luz María Ibarrarán piensa que a Guadalajara le hace falta unirse, que la gente se respete y pueda vivir en libertad. Ella es parte de la lucha por la equidad de género en su ciudad y llegó a formar parte del evento  gracias a Mayra Hernandez, su compañera de trabajo en “Back Home: regresa a casa”, un programa que apoya y busca la prevención de la trata y desaparición de personas. La letra “R” fue el noveno tatuaje que se hizo Luz, y esta vez decidió que fuera en su clavícula izquierda porque para ella todo lo que se ha tatuado de ese lado, significa protección. 

Estaba sentada sola en el stand de Back Home, una organización civil dedicada a informar sobre la trata y desaparición de personas. Había dos sillas en la mesa, le pregunté si podía sentarme con ella a platicar. 

Hablamos de BackHome, la trata de personas, la vida, la carrera que estudia; para que me terminara contando que en unos momentos más, ella también iba a tatuarse. 

Es Paulina Landeros, tiene 21 años, es sobreviviente de abuso sexual y psicológico. Su abusador, Gabriel Vallejo Zerón sigue prófugo y la búsqueda de justicia es una lucha que no termina. 

Tatuarse para ella significa una manera de apropiarse de su cuerpo, de decidir algo de manera autónoma que durante 17 años no pudo hacer. 

Tiene tatuada la letra “T” en el antebrazo izquierdo, en relación al artículo 23 de los derechos humanos. 

Es su primer tatuaje y fue una sensación liberadora. Que se vea grande y que haya tenido la oportunidad de ser parte de una comunidad que lucha por los derechos humanos la hace encontrar un sentido de pertenencia. 

Esta tarde Fernanda Ruiz luce en su antebrazo el tatuaje de una “N” fresca, enmarcada por un hexágono. “Me parece algo nuevo e importante. Una unión entre el activismo y el arte (…)”

Fernanda Ruiz, es una de las dos representantes de la colectiva “Me cuidan mis amigas”, invitada al evento de Human Rights Tattoo. Fue fundada hace más de dos años y sus objetivos consisten en el acompañamiento a mujeres que han sido vulneradas o se encuentran en situación de violencia. Esto a través de actividades como compartir información relacionada con seguridad, asesoría legal o psicológica y mesas de trabajo. 

 Todo comenzó con tres chicas que ni siquiera se conocían en un grupo de whatsapp. Hablaban de la indignación que les provocaba la inseguridad, como, si algo malo llegaba a pasarles nadie haría nada al respecto. Lo anterior, las ganas por cambiar esta situación y ayudar a personas, fue la semilla que impulsó este proyecto, un proyecto que Fernanda ha llevado a cabo junto a las otras 30 integrantes de la colectiva, con respeto por las personas y gusto por su trabajo.

“Para mi esta letra es una historia más. Otro pedazo de activismo que llevo en la piel”

Annie Jaquith, es una estudiante de preparatoria en México y voluntaria en TECHO, una organización que busca superar la situación de pobreza en América Latina, y es de ahí por lo que Annie llegó a tatuarse en el brazo la letra “I” como símbolo de que las personas estén unidas en la lucha por sus derechos humanos. El sueño de ella es estudiar educación y trabajar en asociaciones sin fines de lucro para ayudar a que todos los niños tengan acceso al aprendizaje. Annie ama los tatuajes, por el momento tiene dos, el que se acaba de hacer y otro que dice “fear not”.
Diana Itzel Alonso Flores
Estudiante de la Licenciatura en Periodismo y Comunicación Pública del ITESO.

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